Reflexión # 222. Miércoles 10 de septiembre 2025

Pasos para realizar hoy:

Éxodo 2 (Texto)

Job 19

Job confía en que Dios lo justificará

1Respondió entonces Job, y dijo:
2¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma,
Y me moleréis con palabras?
3Ya me habéis vituperado diez veces;
¿No os avergonzáis de injuriarme?
4Aun siendo verdad que yo haya errado,
Sobre mí recaería mi error.
5Pero si vosotros os engrandecéis contra mí,
Y contra mí alegáis mi oprobio,
6Sabed ahora que Dios me ha derribado,
Y me ha envuelto en su red.
7He aquí, yo clamaré agravio, y no seré oído;
Daré voces, y no habrá juicio.
8Cercó de vallado mi camino, y no pasaré;
Y sobre mis veredas puso tinieblas.
9Me ha despojado de mi gloria,
Y quitado la corona de mi cabeza.
10Me arruinó por todos lados, y perezco;
Y ha hecho pasar mi esperanza como árbol arrancado.
11Hizo arder contra mí su furor,
Y me contó para sí entre sus enemigos.
12Vinieron sus ejércitos a una, y se atrincheraron en mí,
Y acamparon en derredor de mi tienda.
13Hizo alejar de mí a mis hermanos,
Y mis conocidos como extraños se apartaron de mí.
14Mis parientes se detuvieron,
Y mis conocidos se olvidaron de mí.
15Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño;
Forastero fui yo a sus ojos.
16Llamé a mi siervo, y no respondió;
De mi propia boca le suplicaba.
17Mi aliento vino a ser extraño a mi mujer,
Aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba.
18Aun los muchachos me menospreciaron;
Al levantarme, hablaban contra mí.
19Todos mis íntimos amigos me aborrecieron,
Y los que yo amaba se volvieron contra mí.
20Mi piel y mi carne se pegaron a mis huesos,
Y he escapado con sólo la piel de mis dientes.
21¡Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí!
Porque la mano de Dios me ha tocado.
22¿Por qué me perseguís como Dios,
Y ni aun de mi carne os saciáis?
23¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas!
¡Quién diese que se escribiesen en un libro;
24Que con cincel de hierro y con plomo
Fuesen esculpidas en piedra para siempre!
25Yo sé que mi Redentor vive,
Y al fin se levantará sobre el polvo;
26Y después de deshecha esta mi piel,
En mi carne he de ver a Dios;
27Al cual veré por mí mismo,
Y mis ojos lo verán, y no otro,
Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.
28Mas debierais decir:
¿Por qué le perseguimos?
Ya que la raíz del asunto se halla en mí.
29Temed vosotros delante de la espada;
Porque sobreviene el furor de la espada a causa de las injusticias,
Para que sepáis que hay un juicio.

Job 19

Job confía en que Dios lo justificará

1Respondió entonces Job, y dijo:
2¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma,
Y me moleréis con palabras?
3Ya me habéis vituperado diez veces;
¿No os avergonzáis de injuriarme?
4Aun siendo verdad que yo haya errado,
Sobre mí recaería mi error.
5Pero si vosotros os engrandecéis contra mí,
Y contra mí alegáis mi oprobio,
6Sabed ahora que Dios me ha derribado,
Y me ha envuelto en su red.
7He aquí, yo clamaré agravio, y no seré oído;
Daré voces, y no habrá juicio.
8Cercó de vallado mi camino, y no pasaré;
Y sobre mis veredas puso tinieblas.
9Me ha despojado de mi gloria,
Y quitado la corona de mi cabeza.
10Me arruinó por todos lados, y perezco;
Y ha hecho pasar mi esperanza como árbol arrancado.
11Hizo arder contra mí su furor,
Y me contó para sí entre sus enemigos.
12Vinieron sus ejércitos a una, y se atrincheraron en mí,
Y acamparon en derredor de mi tienda.
13Hizo alejar de mí a mis hermanos,
Y mis conocidos como extraños se apartaron de mí.
14Mis parientes se detuvieron,
Y mis conocidos se olvidaron de mí.
15Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño;
Forastero fui yo a sus ojos.
16Llamé a mi siervo, y no respondió;
De mi propia boca le suplicaba.
17Mi aliento vino a ser extraño a mi mujer,
Aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba.
18Aun los muchachos me menospreciaron;
Al levantarme, hablaban contra mí.
19Todos mis íntimos amigos me aborrecieron,
Y los que yo amaba se volvieron contra mí.
20Mi piel y mi carne se pegaron a mis huesos,
Y he escapado con sólo la piel de mis dientes.
21¡Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí!
Porque la mano de Dios me ha tocado.
22¿Por qué me perseguís como Dios,
Y ni aun de mi carne os saciáis?
23¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas!
¡Quién diese que se escribiesen en un libro;
24Que con cincel de hierro y con plomo
Fuesen esculpidas en piedra para siempre!
25Yo sé que mi Redentor vive,
Y al fin se levantará sobre el polvo;
26Y después de deshecha esta mi piel,
En mi carne he de ver a Dios;
27Al cual veré por mí mismo,
Y mis ojos lo verán, y no otro,
Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.
28Mas debierais decir:
¿Por qué le perseguimos?
Ya que la raíz del asunto se halla en mí.
29Temed vosotros delante de la espada;
Porque sobreviene el furor de la espada a causa de las injusticias,
Para que sepáis que hay un juicio.

Job 19

Job confía en que Dios lo justificará

1Respondió entonces Job, y dijo:
2¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma,
Y me moleréis con palabras?
3Ya me habéis vituperado diez veces;
¿No os avergonzáis de injuriarme?
4Aun siendo verdad que yo haya errado,
Sobre mí recaería mi error.
5Pero si vosotros os engrandecéis contra mí,
Y contra mí alegáis mi oprobio,
6Sabed ahora que Dios me ha derribado,
Y me ha envuelto en su red.
7He aquí, yo clamaré agravio, y no seré oído;
Daré voces, y no habrá juicio.
8Cercó de vallado mi camino, y no pasaré;
Y sobre mis veredas puso tinieblas.
9Me ha despojado de mi gloria,
Y quitado la corona de mi cabeza.
10Me arruinó por todos lados, y perezco;
Y ha hecho pasar mi esperanza como árbol arrancado.
11Hizo arder contra mí su furor,
Y me contó para sí entre sus enemigos.
12Vinieron sus ejércitos a una, y se atrincheraron en mí,
Y acamparon en derredor de mi tienda.
13Hizo alejar de mí a mis hermanos,
Y mis conocidos como extraños se apartaron de mí.
14Mis parientes se detuvieron,
Y mis conocidos se olvidaron de mí.
15Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño;
Forastero fui yo a sus ojos.
16Llamé a mi siervo, y no respondió;
De mi propia boca le suplicaba.
17Mi aliento vino a ser extraño a mi mujer,
Aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba.
18Aun los muchachos me menospreciaron;
Al levantarme, hablaban contra mí.
19Todos mis íntimos amigos me aborrecieron,
Y los que yo amaba se volvieron contra mí.
20Mi piel y mi carne se pegaron a mis huesos,
Y he escapado con sólo la piel de mis dientes.
21¡Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí!
Porque la mano de Dios me ha tocado.
22¿Por qué me perseguís como Dios,
Y ni aun de mi carne os saciáis?
23¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas!
¡Quién diese que se escribiesen en un libro;
24Que con cincel de hierro y con plomo
Fuesen esculpidas en piedra para siempre!
25Yo sé que mi Redentor vive,
Y al fin se levantará sobre el polvo;
26Y después de deshecha esta mi piel,
En mi carne he de ver a Dios;
27Al cual veré por mí mismo,
Y mis ojos lo verán, y no otro,
Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.
28Mas debierais decir:
¿Por qué le perseguimos?
Ya que la raíz del asunto se halla en mí.
29Temed vosotros delante de la espada;
Porque sobreviene el furor de la espada a causa de las injusticias,
Para que sepáis que hay un juicio.

1) Ver el siguiente video: Resumen del libro de Jueces
1). Lee y escucha: | Jueces 11

Jueces 11

1Jefté galaadita era esforzado y valeroso; era hijo de una mujer ramera, y el padre de Jefté era Galaad.
2Pero la mujer de Galaad le dio hijos, los cuales, cuando crecieron, echaron fuera a Jefté, diciéndole: No heredarás en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer.
3Huyó, pues, Jefté de sus hermanos, y habitó en tierra de Tob; y se juntaron con él hombres ociosos, los cuales salían con él.
4Aconteció andando el tiempo, que los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel.
5Y cuando los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob;
6y dijeron a Jefté: Ven, y serás nuestro jefe, para que peleemos contra los hijos de Amón.
7Jefté respondió a los ancianos de Galaad: ¿No me aborrecisteis vosotros, y me echasteis de la casa de mi padre? ¿Por qué, pues, venís ahora a mí cuando estáis en aflicción?
8Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Por esta misma causa volvemos ahora a ti, para que vengas con nosotros y pelees contra los hijos de Amón, y seas caudillo de todos los que moramos en Galaad.
9Jefté entonces dijo a los ancianos de Galaad: Si me hacéis volver para que pelee contra los hijos de Amón, y Jehová los entregare delante de mí, ¿seré yo vuestro caudillo?
10Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Jehová sea testigo entre nosotros, si no hiciéremos como tú dices.
11Entonces Jefté vino con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo eligió por su caudillo y jefe; y Jefté habló todas sus palabras delante de Jehová en Mizpa.
12Y envió Jefté mensajeros al rey de los amonitas, diciendo: ¿Qué tienes tú conmigo, que has venido a mí para hacer guerra contra mi tierra?
13El rey de los amonitas respondió a los mensajeros de Jefté: Por cuanto Israel tomó mi tierra, cuando subió de Egipto, desde Arnón hasta Jaboc y el Jordán; ahora, pues, devuélvela en paz.
14Y Jefté volvió a enviar otros mensajeros al rey de los amonitas,
15para decirle: Jefté ha dicho así: Israel no tomó tierra de Moab, ni tierra de los hijos de Amón.
16Porque cuando Israel subió de Egipto, anduvo por el desierto hasta el Mar Rojo, y llegó a Cades.
17Entonces Israel envió mensajeros al rey de Edom, diciendo: Yo te ruego que me dejes pasar por tu tierra; pero el rey de Edom no los escuchó. Envió también al rey de Moab, el cual tampoco quiso; se quedó, por tanto, Israel en Cades.
18Después, yendo por el desierto, rodeó la tierra de Edom y la tierra de Moab, y viniendo por el lado oriental de la tierra de Moab, acampó al otro lado de Arnón, y no entró en territorio de Moab; porque Arnón es territorio de Moab.
19Y envió Israel mensajeros a Sehón rey de los amorreos, rey de Hesbón, diciéndole: Te ruego que me dejes pasar por tu tierra hasta mi lugar.
20Mas Sehón no se fio de Israel para darle paso por su territorio, sino que reuniendo Sehón toda su gente, acampó en Jahaza, y peleó contra Israel.
21Pero Jehová Dios de Israel entregó a Sehón y a todo su pueblo en mano de Israel, y los derrotó; y se apoderó Israel de toda la tierra de los amorreos que habitaban en aquel país.
22Se apoderaron también de todo el territorio del amorreo desde Arnón hasta Jaboc, y desde el desierto hasta el Jordán.
23Así que, lo que Jehová Dios de Israel desposeyó al amorreo delante de su pueblo Israel, ¿pretendes tú apoderarte de él?
24Lo que te hiciere poseer Quemos tu dios, ¿no lo poseerías tú? Así, todo lo que desposeyó Jehová nuestro Dios delante de nosotros, nosotros lo poseeremos.
25¿Eres tú ahora mejor en algo que Balac hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Tuvo él cuestión contra Israel, o hizo guerra contra ellos?
26Cuando Israel ha estado habitando por trescientos años a Hesbón y sus aldeas, a Aroer y sus aldeas, y todas las ciudades que están en el territorio de Arnón, ¿por qué no las habéis recobrado en ese tiempo?
27Así que, yo nada he pecado contra ti, mas tú haces mal conmigo peleando contra mí. Jehová, que es el juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón.
28Mas el rey de los hijos de Amón no atendió a las razones que Jefté le envió.
29Y el Espíritu de Jehová vino sobre Jefté; y pasó por Galaad y Manasés, y de allí pasó a Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad pasó a los hijos de Amón.
30Y Jefté hizo voto a Jehová, diciendo: Si entregares a los amonitas en mis manos,
31cualquiera que saliere de las puertas de mi casa a recibirme, cuando regrese victorioso de los amonitas, será de Jehová, y lo ofreceré en holocausto.
32Y fue Jefté hacia los hijos de Amón para pelear contra ellos; y Jehová los entregó en su mano.
33Y desde Aroer hasta llegar a Minit, veinte ciudades, y hasta la vega de las viñas, los derrotó con muy grande estrago. Así fueron sometidos los amonitas por los hijos de Israel.
34Entonces volvió Jefté a Mizpa, a su casa; y he aquí su hija que salía a recibirle con panderos y danzas, y ella era sola, su hija única; no tenía fuera de ella hijo ni hija.
35Y cuando él la vio, rompió sus vestidos, diciendo: ¡Ay, hija mía! en verdad me has abatido, y tú misma has venido a ser causa de mi dolor; porque le he dado palabra a Jehová, y no podré retractarme.
36Ella entonces le respondió: Padre mío, si le has dado palabra a Jehová, haz de mí conforme a lo que prometiste, ya que Jehová ha hecho venganza en tus enemigos los hijos de Amón.
37Y volvió a decir a su padre: Concédeme esto: déjame por dos meses que vaya y descienda por los montes, y llore mi virginidad, yo y mis compañeras.
38El entonces dijo: Ve. Y la dejó por dos meses. Y ella fue con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes.
39Pasados los dos meses volvió a su padre, quien hizo de ella conforme al voto que había hecho. Y ella nunca conoció varón.
40Y se hizo costumbre en Israel, que de año en año fueran las doncellas de Israel a endechar a la hija de Jefté galaadita, cuatro días en el año.

 

2) Ver el siguiente video: Repaso del libro de Josué

Explorando el Libro de Salmos: Poesía y Espiritualidad en la Biblia

Una Colección Poética

El libro de Salmos se destaca como la mayor colección de poesía en la Biblia. Con sus rítmicas versículos, ofrece un entorno donde cada palabra resuena con la vida y las emociones humanas. Desde la celebración hasta la lamentación, los Salmos abarcan el espectro completo de la experiencia humana.

Diseño y Estructura

A lo largo de sus 150 capítulos, el libro de Salmos está cuidadosamente diseñado para ser leído de principio a fin. Su estructura poética invita a los lectores a sumergirse en sus profundidades, descubrir nuevos significados y conectar con Dios a través de cada poema. Esta forma literaria proporciona un acceso único a la narrativa bíblica, permitiendo explorar temas universales de fe y devoción.

Temas Centrales de los Salmos

En este video, exploraremos los temas principales que se encuentran en el libro de Salmos. Desde la alabanza a Dios hasta las súplicas por ayuda, los Salmos son una invitación a un templo literario. Aquí, cada lector puede reunirse con Dios y escuchar la historia bíblica completa en forma poética. Los Salmos no solo son un refugio espiritual, sino también una guía para navegar las complejidades de la vida con fe y fortaleza.

3). Lee y escucha: | Levítico 3
Levítico 3 (Texto)

Levítico 3

Ofrendas de paz

1Si su ofrenda fuere sacrificio de paz, si hubiere de ofrecerla de ganado vacuno, sea macho o hembra, sin defecto la ofrecerá delante de Jehová.
2Pondrá su mano sobre la cabeza de su ofrenda, y la degollará a la puerta del tabernáculo de reunión; y los sacerdotes hijos de Aarón rociarán su sangre sobre el altar alrededor.
3Luego ofrecerá del sacrificio de paz, como ofrenda encendida a Jehová, la grosura que cubre los intestinos, y toda la grosura que está sobre las entrañas,
4y los dos riñones y la grosura que está sobre ellos, y sobre los ijares; y con los riñones quitará la grosura de los intestinos que está sobre el hígado.
5Y los hijos de Aarón harán arder esto en el altar, sobre el holocausto que estará sobre la leña que habrá encima del fuego; es ofrenda de olor grato para Jehová.
6Mas si de ovejas fuere su ofrenda para sacrificio de paz a Jehová, sea macho o hembra, la ofrecerá sin defecto.
7Si ofreciere cordero por su ofrenda, lo ofrecerá delante de Jehová.
8Pondrá su mano sobre la cabeza de su ofrenda, y después la degollará delante del tabernáculo de reunión; y los hijos de Aarón rociarán su sangre sobre el altar alrededor.
9Y del sacrificio de paz ofrecerá por ofrenda encendida a Jehová la grosura, la cola entera, la cual quitará a raíz del espinazo, la grosura que cubre todos los intestinos, y toda la que está sobre las entrañas.
10Asimismo los dos riñones y la grosura que está sobre ellos, y la que está sobre los ijares; y con los riñones quitará la grosura de sobre el hígado.
11Y el sacerdote hará arder esto sobre el altar; vianda es de ofrenda encendida para Jehová.
12Si fuere cabra su ofrenda, la ofrecerá delante de Jehová.
13Pondrá su mano sobre la cabeza de ella, y la degollará delante del tabernáculo de reunión; y los hijos de Aarón rociarán su sangre sobre el altar alrededor.
14Después ofrecerá de ella su ofrenda encendida a Jehová; la grosura que cubre los intestinos, y toda la grosura que está sobre las entrañas,
15los dos riñones, la grosura que está sobre ellos, y la que está sobre los ijares; y con los riñones quitará la grosura de sobre el hígado.
16Y el sacerdote hará arder esto sobre el altar; vianda es de ofrenda que se quema en olor grato a Jehová; toda la grosura es de Jehová.
17Estatuto perpetuo será por vuestras edades, dondequiera que habitéis, que ninguna grosura ni ninguna sangre comeréis.

2). Lee y escucha: | Números 26
Números 26 (Texto)

Números 26

Censo del pueblo en Moab

1Aconteció después de la mortandad, que Jehová habló a Moisés y a Eleazar hijo del sacerdote Aarón, diciendo:
2Tomad el censo de toda la congregación de los hijos de Israel, de veinte años arriba, por las casas de sus padres, todos los que pueden salir a la guerra en Israel.
3Y Moisés y el sacerdote Eleazar hablaron con ellos en los campos de Moab, junto al Jordán frente a Jericó, diciendo:
4Contaréis el pueblo de veinte años arriba, como mandó Jehová a Moisés y a los hijos de Israel que habían salido de tierra de Egipto.
5Rubén, primogénito de Israel; los hijos de Rubén: de Enoc, la familia de los enoquitas; de Falú, la familia de los faluitas;
6de Hezrón, la familia de los hezronitas; de Carmi, la familia de los carmitas.
7Estas son las familias de los rubenitas; y fueron contados de ellas cuarenta y tres mil setecientos treinta.
8Los hijos de Falú: Eliab.
9Y los hijos de Eliab: Nemuel, Datán y Abiram. Estos Datán y Abiram fueron los del consejo de la congregación, que se rebelaron contra Moisés y Aarón con el grupo de Coré, cuando se rebelaron contra Jehová;
10y la tierra abrió su boca y los tragó a ellos y a Coré, cuando aquel grupo murió, cuando consumió el fuego a doscientos cincuenta varones, para servir de escarmiento.
11Mas los hijos de Coré no murieron.
12Los hijos de Simeón por sus familias: de Nemuel, la familia de los nemuelitas; de Jamín, la familia de los jaminitas; de Jaquín, la familia de los jaquinitas;
13de Zera, la familia de los zeraítas; de Saúl, la familia de los saulitas.
14Estas son las familias de los simeonitas, veintidós mil doscientos.
15Los hijos de Gad por sus familias: de Zefón, la familia de los zefonitas; de Hagui, la familia de los haguitas; de Suni, la familia de los sunitas;
16de Ozni, la familia de los oznitas; de Eri, la familia de los eritas;
17de Arod, la familia de los aroditas; de Areli, la familia de los arelitas.
18Estas son las familias de Gad; y fueron contados de ellas cuarenta mil quinientos.
19Los hijos de Judá: Er y Onán; y Er y Onán murieron en la tierra de Canaán.
20Y fueron los hijos de Judá por sus familias: de Sela, la familia de los selaítas; de Fares, la familia de los faresitas; de Zera, la familia de los zeraítas.
21Y fueron los hijos de Fares: de Hezrón, la familia de los hezronitas; de Hamul, la familia de los hamulitas.
22Estas son las familias de Judá, y fueron contados de ellas setenta y seis mil quinientos.
23Los hijos de Isacar por sus familias; de Tola, la familia de los tolaítas; de Fúa, la familia de los funitas;
24de Jasub, la familia de los jasubitas; de Simrón, la familia de los simronitas.
25Estas son las familias de Isacar, y fueron contados de ellas sesenta y cuatro mil trescientos.
26Los hijos de Zabulón por sus familias: de Sered, la familia de los sereditas; de Elón, la familia de los elonitas; de Jahleel, la familia de los jahleelitas.
27Estas son las familias de los zabulonitas, y fueron contados de ellas sesenta mil quinientos.
28Los hijos de José por sus familias: Manasés y Efraín.
29Los hijos de Manasés: de Maquir, la familia de los maquiritas; y Maquir engendró a Galaad; de Galaad, la familia de los galaaditas.
30Estos son los hijos de Galaad: de Jezer, la familia de los jezeritas; de Helec, la familia de los helequitas;
31de Asriel, la familia de los asrielitas; de Siquem, la familia de los siquemitas;
32de Semida, la familia de los semidaítas; de Hefer, la familia de los heferitas.
33Y Zelofehad hijo de Hefer no tuvo hijos sino hijas; y los nombres de las hijas de Zelofehad fueron Maala, Noa, Hogla, Milca y Tirsa.
34Estas son las familias de Manasés; y fueron contados de ellas cincuenta y dos mil setecientos.
35Estos son los hijos de Efraín por sus familias: de Sutela, la familia de los sutelaítas; de Bequer, la familia de los bequeritas; de Tahán, la familia de los tahanitas.
36Y estos son los hijos de Sutela: de Erán, la familia de los eranitas.
37Estas son las familias de los hijos de Efraín; y fueron contados de ellas treinta y dos mil quinientos. Estos son los hijos de José por sus familias.
38Los hijos de Benjamín por sus familias: de Bela, la familia de los belaítas; de Asbel, la familia de los asbelitas; de Ahiram, la familia de los ahiramitas;
39de Sufam, la familia de los sufamitas; de Hufam, la familia de los hufamitas.
40Y los hijos de Bela fueron Ard y Naamán: de Ard, la familia de los arditas; de Naamán, la familia de los naamitas.
41Estos son los hijos de Benjamín por sus familias; y fueron contados de ellos cuarenta y cinco mil seiscientos.
42Estos son los hijos de Dan por sus familias: de Súham, la familia de los suhamitas. Estas son las familias de Dan por sus familias.
43De las familias de los suhamitas fueron contados sesenta y cuatro mil cuatrocientos.
44Los hijos de Aser por sus familias: de Imna, la familia de los imnitas; de Isúi, la familia de los isuitas; de Bería, la familia de los beriaítas.
45Los hijos de Bería: de Heber, la familia de los heberitas; de Malquiel, la familia de los malquielitas.
46Y el nombre de la hija de Aser fue Sera.
47Estas son las familias de los hijos de Aser; y fueron contados de ellas cincuenta y tres mil cuatrocientos.
48Los hijos de Neftalí, por sus familias: de Jahzeel, la familia de los jahzeelitas; de Guni, la familia de los gunitas;
49de Jezer, la familia de los jezeritas; de Silem, la familia de los silemitas.
50Estas son las familias de Neftalí por sus familias; y fueron contados de ellas cuarenta y cinco mil cuatrocientos.
51Estos son los contados de los hijos de Israel, seiscientos un mil setecientos treinta.

Orden para la repartición de la tierra

52Y habló Jehová a Moisés, diciendo:
53A éstos se repartirá la tierra en heredad, por la cuenta de los nombres.
54A los más darás mayor heredad, y a los menos menor; y a cada uno se le dará su heredad conforme a sus contados.
55Pero la tierra será repartida por suerte; y por los nombres de las tribus de sus padres heredarán.
56Conforme a la suerte será repartida su heredad entre el grande y el pequeño.

Censo de la tribu de Leví

57Los contados de los levitas por sus familias son estos: de Gersón, la familia de los gersonitas; de Coat, la familia de los coatitas; de Merari, la familia de los meraritas.
58Estas son las familias de los levitas: la familia de los libnitas, la familia de los hebronitas, la familia de los mahlitas, la familia de los musitas, la familia de los coreítas. Y Coat engendró a Amram.
59La mujer de Amram se llamó Jocabed, hija de Leví, que le nació a Leví en Egipto; ésta dio a luz de Amram a Aarón y a Moisés, y a María su hermana.
60Y a Aarón le nacieron Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar.
61Pero Nadab y Abiú murieron cuando ofrecieron fuego extraño delante de Jehová.
62De los levitas fueron contados veintitrés mil, todos varones de un mes arriba; porque no fueron contados entre los hijos de Israel, por cuanto no les había de ser dada heredad entre los hijos de Israel.

Caleb y Josué sobreviven

63Estos son los contados por Moisés y el sacerdote Eleazar, los cuales contaron los hijos de Israel en los campos de Moab, junto al Jordán frente a Jericó.
64Y entre éstos ninguno hubo de los contados por Moisés y el sacerdote Aarón, quienes contaron a los hijos de Israel en el desierto de Sinaí.
65Porque Jehová había dicho de ellos: Morirán en el desierto; y no quedó varón de ellos, sino Caleb hijo de Jefone y Josué hijo de Nun.

2). Lee y escucha: | Salmos 133
Salmos 133 (Texto)

Salmos 133

La bienaventuranza del amor fraternal

1¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es
Habitar los hermanos juntos en armonía!
2Es como el buen óleo sobre la cabeza,
El cual desciende sobre la barba,
La barba de Aarón,
Y baja hasta el borde de sus vestiduras;
3Como el rocío de Hermón,
Que desciende sobre los montes de Sion;
Porque allí envía Jehová bendición,
Y vida eterna.

 

 

 

 

3). Lee y escucha: | Salmos 16
| Salmos 16 (Texto)

Salmos 16

Una herencia escogida

1Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado.
2Oh alma mía, dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor;
No hay para mí bien fuera de ti.
3Para los santos que están en la tierra,
Y para los íntegros, es toda mi complacencia.
4Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios.
No ofreceré yo sus libaciones de sangre,
Ni en mis labios tomaré sus nombres.
5Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa;
Tú sustentas mi suerte.
6Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos,
Y es hermosa la heredad que me ha tocado.
7Bendeciré a Jehová que me aconseja;
Aun en las noches me enseña mi conciencia.
8A Jehová he puesto siempre delante de mí;
Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
9Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma;
Mi carne también reposará confiadamente;
10Porque no dejarás mi alma en el Seol,
Ni permitirás que tu santo vea corrupción.
11Me mostrarás la senda de la vida;
En tu presencia hay plenitud de gozo;
Delicias a tu diestra para siempre.

2). Lee y escucha: | Marcos 6
Marcos 6 (Texto)

Marcos 6

Jesús en Nazaret

1Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos.
2Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos?
3¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él.
4Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa.
5Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos.
6Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.

Misión de los doce discípulos

7Después llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos.
8Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente bordón; ni alforja, ni pan, ni dinero en el cinto,
9sino que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas.
10Y les dijo: Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de aquel lugar.
11Y si en algún lugar no os recibieren ni os oyeren, salid de allí, y sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, para testimonio a ellos. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra, que para aquella ciudad.
12Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen.
13Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban.

Muerte de Juan el Bautista

14Oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio; y dijo: Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos poderes.
15Otros decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta, o alguno de los profetas.
16Al oír esto Herodes, dijo: Este es Juan, el que yo decapité, que ha resucitado de los muertos.
17Porque el mismo Herodes había enviado y prendido a Juan, y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer.
18Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.
19Pero Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía;
20porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana.
21Pero venido un día oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su cumpleaños, daba una cena a sus príncipes y tribunos y a los principales de Galilea,
22entrando la hija de Herodías, danzó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa; y el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré.
23Y le juró: Todo lo que me pidas te daré, hasta la mitad de mi reino.
24Saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella le dijo: La cabeza de Juan el Bautista.
25Entonces ella entró prontamente al rey, y pidió diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista.
26Y el rey se entristeció mucho; pero a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla.
27Y en seguida el rey, enviando a uno de la guardia, mandó que fuese traída la cabeza de Juan.
28El guarda fue, le decapitó en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato y la dio a la muchacha, y la muchacha la dio a su madre.
29Cuando oyeron esto sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y lo pusieron en un sepulcro.

Alimentación de los cinco mil

30Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado.
31El les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer.
32Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto.
33Pero muchos los vieron ir, y le reconocieron; y muchos fueron allá a pie desde las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a él.
34Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.
35Cuando ya era muy avanzada la hora, sus discípulos se acercaron a él, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya muy avanzada.
36Despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y compren pan, pues no tienen qué comer.
37Respondiendo él, les dijo: Dadles vosotros de comer. Ellos le dijeron: ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?
38El les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo. Y al saberlo, dijeron: Cinco, y dos peces.
39Y les mandó que hiciesen recostar a todos por grupos sobre la hierba verde.
40Y se recostaron por grupos, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta.
41Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió los panes, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y repartió los dos peces entre todos.
42Y comieron todos, y se saciaron.
43Y recogieron de los pedazos doce cestas llenas, y de lo que sobró de los peces.
44Y los que comieron eran cinco mil hombres.

Jesús anda sobre el mar

45En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a Betsaida, en la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud.
46Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar;
47y al venir la noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra.
48Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles.
49Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron;
50porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!
51Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban.
52Porque aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones.

Jesús sana a los enfermos en Genesaret

53Terminada la travesía, vinieron a tierra de Genesaret, y arribaron a la orilla.
54Y saliendo ellos de la barca, en seguida la gente le conoció.
55Y recorriendo toda la tierra de alrededor, comenzaron a traer de todas partes enfermos en lechos, a donde oían que estaba.
56Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que le tocaban quedaban sanos.

3) Ver el siguiente video: De Judea a Babilonia: Historias de Esperanza y Engaño
Explorando los Libros de los Profetas del Antiguo Testamento

La Poesía y las Imágenes de los Profetas

Los libros de los profetas del Antiguo Testamento son obras ricas en poesía densa y potentes imágenes. Desde sus vibrantes descripciones hasta su mensaje profundo, estos textos ofrecen un vistazo a la complejidad de la fe y la cultura en tiempos antiguos del pueblo de Israel. Si has intentado leerlos, es probable que hayas sentido una mezcla de asombro y confusión por la intensidad de sus metáforas y simbolismos.

La Contribución a la Historia de la Biblia

Los profetas no solo eran portadores de mensajes Divinos, sino que también desempeñaron roles cruciales en la historia de la Biblia. Estos relatos no solo hablan de eventos históricos, sino que también brindan una continuidad narrativa esencial para entender la relación entre Dios y su pueblo. Aprender a leer estos textos con atención puede abrir nuevas perspectivas sobre la historia bíblica y el contexto cultural en el que fueron escritos.

Por Qué Es Importante Leerlos con Atención

La riqueza literaria y espiritual de los libros de los profetas merece una atención especial. Al dedicar tiempo para desentrañar sus significados, no solo profundizamos en nuestro conocimiento de la Escritura sagrada, sino que también podemos aplicar sus lecciones a nuestra vida actual. Estos libros nos hablan de justicia, fe y el poder del amor Divino, invitándonos a reflexionar sobre nuestras propias acciones y creencias.

4). Lee y escucha: | Jeremías 30
Jeremías 30 (Texto)

Jeremías 30

Dios promete que los cautivos volverán

1Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo:
2Así habló Jehová Dios de Israel, diciendo: Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado.
3Porque he aquí que vienen días, dice Jehová, en que haré volver a los cautivos de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho Jehová, y los traeré a la tierra que di a sus padres, y la disfrutarán.
4Estas, pues, son las palabras que habló Jehová acerca de Israel y de Judá.
5Porque así ha dicho Jehová: Hemos oído voz de temblor; de espanto, y no de paz.
6Inquirid ahora, y mirad si el varón da a luz; porque he visto que todo hombre tenía las manos sobre sus lomos, como mujer que está de parto, y se han vuelto pálidos todos los rostros.
7¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado.
8En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, yo quebraré su yugo de tu cuello, y romperé tus coyundas, y extranjeros no lo volverán más a poner en servidumbre,
9sino que servirán a Jehová su Dios y a David su rey, a quien yo les levantaré.
10Tú, pues, siervo mío Jacob, no temas, dice Jehová, ni te atemorices, Israel; porque he aquí que yo soy el que te salvo de lejos a ti y a tu descendencia de la tierra de cautividad; y Jacob volverá, descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien le espante.
11Porque yo estoy contigo para salvarte, dice Jehová, y destruiré a todas las naciones entre las cuales te esparcí; pero a ti no te destruiré, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo.
12Porque así ha dicho Jehová: Incurable es tu quebrantamiento, y dolorosa tu llaga.
13No hay quien juzgue tu causa para sanarte; no hay para ti medicamentos eficaces.
14Todos tus enamorados te olvidaron; no te buscan; porque como hiere un enemigo te herí, con azote de adversario cruel, a causa de la magnitud de tu maldad y de la multitud de tus pecados.
15¿Por qué gritas a causa de tu quebrantamiento? Incurable es tu dolor, porque por la grandeza de tu iniquidad y por tus muchos pecados te he hecho esto.
16Pero serán consumidos todos los que te consumen; y todos tus adversarios, todos irán en cautiverio; hollados serán los que te hollaron, y a todos los que hicieron presa de ti daré en presa.
17Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová; porque desechada te llamaron, diciendo: Esta es Sion, de la que nadie se acuerda.
18Así ha dicho Jehová: He aquí yo hago volver los cautivos de las tiendas de Jacob, y de sus tiendas tendré misericordia, y la ciudad será edificada sobre su colina, y el templo será asentado según su forma.
19Y saldrá de ellos acción de gracias, y voz de nación que está en regocijo, y los multiplicaré, y no serán disminuidos; los multiplicaré, y no serán menoscabados.
20Y serán sus hijos como antes, y su congregación delante de mí será confirmada; y castigaré a todos sus opresores.
21De ella saldrá su príncipe, y de en medio de ella saldrá su señoreador; y le haré llegar cerca, y él se acercará a mí; porque ¿quién es aquel que se atreve a acercarse a mí? dice Jehová.
22Y me seréis por pueblo, y yo seré vuestro Dios.
23He aquí, la tempestad de Jehová sale con furor; la tempestad que se prepara, sobre la cabeza de los impíos reposará.
24No se calmará el ardor de la ira de Jehová, hasta que haya hecho y cumplido los pensamientos de su corazón; en el fin de

La Promesa de Restauración: Reflexionando sobre Jeremías 30:17

“Porque yo haré que tu herida sea restaurada, y sanaré tus heridas, dice Jehová; porque te han llamado desechada, diciendo: Esta es Sion, de la que no hay quien pregunte.” Jeremías 30: 17

 

Contexto de Jeremías 30:17

En momentos de dificultad, el pasaje de Jeremías 30:17 resuena profundamente en nuestros corazones. Este versículo habla de la sanación de nuestras heridas, tanto emocionales como espirituales. Cuando miramos atrás a la historia de los israelitas, podemos entender la sensación de desazón y abandono que enfrentaban. Sin embargo, la promesa que se encuentra en este versículo es un faro de esperanza.

La Promesa de Dios

Dios nos recuerda que no estamos solos en nuestras luchas. A menudo, es fácil sentirse despreciado cuando enfrentamos adversidades. A través de Jeremías 30:17, se nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre nuestra verdadera identidad, la cual se basa en el amor y en la promesa de restauración que Dios nos ofrece. Cuando tenemos fe, podemos abrirnos a las posibilidades de sanación que nos rodean.

Sanación Colectiva y Esperanza

La sanación prometida en este versículo no solo es para el individuo, sino que se extiende a nuestras comunidades y naciones. En un mundo que a menudo parece desolado, el mensaje de esperanza de restauración nos anima a ver más allá de nuestras dificultades. Así como Dios está presente en nuestras vidas, también está presente en los corazones de aquellos que nos rodean. La esperanza de sanación puede ser un faro de luz, guiándonos hacia un futuro lleno de posibilidades y recordándonos que siempre hay un camino hacia la restauración.

 

Amigo/as, ¡Feliz y bendecida lectura de la Palabra y, además, feliz noche!

Loading

Abrir chat
Escanea el código
Hola 👋
¿En qué podemos ayudarte?